Cuando estás a punto de morir, no se te pasa la vida por delante ni ves un túnel de luz, estas demasiado ocupado buscando la forma de sobrevivir, cuando está a punto de morir las cosas suceden en un orden claro y casi matemático. Primero te resistes y luchas con todas tus fuerzas, después el celebro toma el control y después nada, lo peor de la muerte se queda para los vivos, ellos son lo que repasaran tu vida, los que lloraran tu muerte en funerales. En mi caso es que lo triste es que nadie me recordara, nadie sabe cómo soy, nadie sabe lo que me gusta y nadie sabe cómo me llamo de verdad voy a morir todo van a llorar a otra persona y mi latida llevara otro nombre.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Casa de Castril


El Palacio se terminó de edificar en 1539 sobre los cimientos de un antiguo palacio árabe de los muchos que había en esa calle del barrio musulmán de los Axares, antes de la conquista cristiana. Fueron los Reyes Católicos quienes concedieron a su secretario, Hernando de Zafra, señor de Castril, el privilegio de edificar en tan destacado lugar frente a la Alhambra, su residencia. De esta manera pagaban los desvelos y fidelidad que Zafra tuvo en la rendición de la capital nazarí al entrar en la Alhambra para que Boabdil firmara las capitulaciones.
Además del escudo de armas con la torre de Comares, en la fachada del edificio se puede observar un balcón ciego construido de forma que hace esquina, sobre este balcón se puede leer la inscripción : “Esperando la del cielo”, frase alrededor de la que gira la historia de la Dama Blanca de Castril.
El nuevo señor de Castril, Hernando de Zafra, heredero del antiguo secretario de los Reyes Católicos, era viudo y con él vivía su única hija Elvira de apenas dieciocho años de edad y gran belleza. Para preservar la honra de su hija, Elvira permanecía encerrada en palacio día y noche, aunque eso no la impidió enamorarse de Don Alfonso Quintanillo, joven apuesto perteneciente a otra familia de gran linaje de la ciudad pero enemistada con los Zafra.
Los amantes contaban con la complicidad y ayuda del capellán de la Casa de Castril, el padre Antonio, además de la de un paje más joven que ellos que hacía de intermediario de sus mensajes de amor. Según la leyenda, una noche  Elvira estando acompañada del inocente paje leyendo una carta de su amada en la que éste le proponía matrimonio, entre suspiro y suspiro Elvira acariciaba inocentemente los rizos del cabello del joven paje. Tan ensimismada se hallaba que no escuchó a su padre entrando en la habitación y éste al ver a su hija en tan íntima postura, creyó a su hija deshonrada por un insignificante criado, cegado por la ira mandó a uno de sus criados que lo colgara allí mismo, en el balcón que hace esquina en la fachada.
El joven paje alegando inocencia clamaba justicia y clemencia al señor de Castril, el cual mientras miraba cómo sus criados colgaban al inocente paje le decía: “Pide cuanta justicia quieras. Ahí ahorcado puede estar esperando la del cielo cuanto tiempo te plazca”. Dicho esto, el señor de Castril ordenó tapiar el balcón. A partir de entonces la joven sufrió un encierro aún más severo, tanto que al final terminó acabando con su vida.
Con una historia así sobre sus espaldas, no es de extrañar que el edificio sufra una serie de fenómenos inexplicables. Según el testimonio de una trabajadora del museo, M. C., asegura haber sido testigo en el verano de 1998 de la aparición de una joven alta de pelo largo y rizado, de gran belleza, una Dama blanca que le inspiró mucha paz.
De hecho, si hay una sala considerada especialmente misteriosa en el Museo Arqueológico  es la zona del piso superior en la que según la leyenda estaban las habitaciones de Elvira y el balcón que fue cegado. De esta sala se dice que vaga por ella una extraña mujer que porta una vela.
Se asegura también que cuando se recorre en solitario la sala, puede notarse el aliento del “Togado de Periate”, una escultura que preside dicha sala y que en determinados momentos parece vigilar con su mirada de bronce a quien pasea a su lado.
Una tarde la empleada anteriormente citada se sintió enferma pues tenía fiebre muy alta, en vez de marcharse a casa como le recomendaban sus compañeros, M.C. se dirigió a la oficina para descansar un poco. Mientras se encontraba en estado de duermevela, observó la figura de una bella joven a su lado que le sonreía dulcemente. M.C. lejos de asustarse le pidió a la angelical figura protección y ayuda para sanarse. Horas más tarde M.C. se encontraba bastante recuperada sin apenas fiebre y pudo continuar con su trabajo normalmente.
Curioso también es el hecho de que en varias ocasiones el sistema de alarma del edificio se ha disparado sin que haya nada ni nadie que lo hubiese activado. Normalmente todo indica a la zona de un almacén pequeño que linda con el balcón tapiado en donde fue ahorcado el paje. Todos los trabajadores del Museo guardan cierto reparo a la Sala IV o Sala de los Romanos, lugar en el que se sitúa el almacenillo.
Existe un edificio anexo al Palacio de Castril llamado “La Casa de la Torre” que en su día formó parte del vecino Convento de San Bernardo. El citado lugar sirve para tareas complementarias al Museo Provincial y en su interior empleados y vigilantes aseguran haber oído en repetidas ocasiones ruidos de pasos, provenientes de la planta superior en concreto en una sala que se utiliza para tareas administrativas.
En 1994 varios empleados encontraban al llegar por la mañana al trabajo que la fotocopiadora había estado funcionando toda la noche, incluso encontraron entre las copias frases inconexas escritas en un idioma desconocido. Dato curioso si lo relacionamos con que por esa época la sala fue utilizada para almacenar provisionalmente viejas lápidas funerarias de origen musulmán.
En otra ocasión un empleado del Museo tuvo que quedarse a trabajar después de medianoche y en mitad del silencio de la noche pudo escuchar con toda claridad una serie de ruidos y golpes que daban la impresión de que alguien estaba cambiando los muebles de lugar en la citada sala. Una vez subió a la sala pudo observar que todo estaba como siempre, al bajar otra vez para continuar con su trabajo, los ruidos se reanudaron.
Un antiguo Director del Museo Provincial, aseguraba que en dicho lugar mora el espíritu de quien fue una monja del vecino convento de San Bernardo. Según él, la Casa de la Torre formó parte del convento y estuvo comunicado con él durante mucho tiempo.

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